miércoles, 10 de mayo de 2017

EL OBOE DEL SXX; EL OBOE VIENÉS

SXX: en la época de François Lorée, asistimos a la perfección del oboe clásico.

Como aparecieron orquestas de gran tamaño,la sonoridad del oboe tuvo que ser más penetrante y potente, así que se empezaron a utilizar maderas más pesadas (diferentes variedades del granadillo y el ébano de Mozambique, sustituyendo al boj y al palosanto), y las paredes del instrumento se hicieron más densas. 
Muchos instrumentistas de todo el mundo consideraron los instrumentos de Lorée como los mejores que se han fabricado, y han llegado sin apenas modificaciones a nuestros días. Su hijo, Lucien Lorée, a quien le transmitió sus años de experiencia, le sucede cuando muere.

Junto a Georges Gillet, Lucien Lorée modernizó el oboe y realizó numerosas modificaciones, creando en 1906 su famoso modelo de conservatorio de platillos: incorporó tres platillos (un tipo de llave) perforados a los tres agujeros abiertos que quedaban y un platillo sólido para el primer dedo de la mano derecha para unir otras llaves.

Tuvo muy buena acogida en América y progresivamente en Europa. El oboe actual ha mejorado en cuanto a la calidad de fabricación de las piezas, pero apenas difiere del sistema de platillos.

Hoy es el que más se fabrica en París. Entre las innovaciones del siglo XX cabe destacar la llave de resonancia para el fa de horca. Se añadió una llave de resonancia para el si♭2 y una tercera llave de octava para facilitar la ejecución de notas sobreagudas y así proporcionar una mayor seguridad para el intérprete.

Las investigaciones de Marigaux,sin embargo, tomaron una orientación contraria a la evolución del oboe francés: el cuerpo era un poco más alargado. El resultado fue un instrumento de gran calidad y sonoridad más suave, características que aún mantiene.

El oboe de Charles Rigoutat se acerca más a la pureza clásica de Lorée. 

La propagación del oboe francés ha sido tan completa que llaman la atención las pocas escuelas que han conservado el uso de instrumentos de un tipo distinto, siendo la más conocida la austríaca. 
A este instrumento se le denomina oboe vienés y se emplea en la propia Viena y en algunas zonas de Austria.

Los oboístas de la Orquesta Filarmónica de Viena quizá son el máximo exponente en lo que a representarlo se refiere. 

A la altura de la parte superior, donde va colocada la caña, tiene un abombamiento que recuerda a los oboes del siglo XVIII. 

Su sonoridad se funde bien en los conjuntos instrumentales de viento y en las orquestas. Su sonoridad es del todo apropiada para los solos cortos de las piezas clásicas. 
En los largos pasajes de solo llega a ser algo monótono, debido en gran parte a la lengüeta, más bien ancha y corta con relación a la lengüeta francesa.

El oboe francés lo producen en numerosos países distintas casas: en Francia, Marigaux, Loreé, Cabart, Rigoutat, Buffet; en Inglaterra, Louis, Howarth; en Alemania, Mönnig, Pigner, Frank und Meyer, Püchner; en Italia, Bulgheroni, Patricola, Incagnoli; y en América, Laubin, Fox, Covey.


De este periodo destacan obras como la sonata para oboe y piano Op.166 de Saint-Saëns; otra sonta para oboe y piano, Op.185, de Francis Poulenc; o las dos fantasías para oboe y piano de Carl Nielsen.


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